lunes, 1 de abril de 2013

Esa mirada...

Al final del camino, cuando las fuerzas faltaban, encontré esa mirada, que aunque inerte, estaba más viva que nunca, de la mano el motivo de mi promesa y delante de mi, mirándome de frente y sin perder mi mirada, esos ojos ; comprendí que el trabajo estaba hecho, que tanto él, como yo habíamos cumplido con nuestras partes, llegó un momento que casi desfallezco, pero algo dentro de mi me decía que no, que aquello tenía un sentido, continué y poco antes de esta semana eterna, de esta semana de pasión, volví a poner en mi mano aquello que me quité y volví a ponerlo en la mano por el que tanto luchaba, y después de ese gesto, tenía que cumplirlo, no podía faltar a mi palabra.

Todo propicio para poder caminar con paso firme, para poder ayudarlo en su caminar, para acompañarlo; en algún momento casi desaparezco, pero alli estaba yo, detrás o al lado, junto a él, sin perder de vista su caminar, ese hombre que caminaba, me mostraba el camino y yo lo seguía, en mi mundo, en mis pensamientos. Y cuando todo llegaba al final, al cruzarnos las miradas supe que tenia que estar alli, que todo habia servido para llevar agarrada la mano de mi promesa, por cierto, la mano en la que estaba puesto aquel motivo; y con lágrimas en los ojos que nadie vió, te conté que estaba feliz, que eso era lo que deseaba, que aunque en alguna ocasión casi no tuve fuerzas sabía que estabas alli para ayudarme, nunca perdí la fe, que sabía que tenía a alguien más con quien contar; te agredecí poder estar alli, delante tuya, justo alli debajo y con quien quería estar.

Dicen que la fe mueve montañas, no lo sé, porque nunca me planteé mover una, lo único que sé es que la fe hace que unos ojos de madera te hablen, que esa mirada reconforte tu alma y que sientas que lo que tú deseabas porque creías que era lo que tenía que pasar, pasó. Hace diez años que te conozco, diez años a tu lado, detrás, acompañándote en tu caminar y en ese momento me di cuenta de lo ciega que estuve, que estabas ahí para poder ayudarme, para darme las fuerzas para continuar protegiendo a uno de tus hijos que te ayudan de verdad en tu andar y lo seguiré haciendo, ahora con total seguridad de que es lo correcto,aunque tenga una pizca de locura, todo en esta vida, o acaso no es de locos estar escribiéndo de lo que me contaron esos ojos de madera...¡bendita locura!

Desde mi veleta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario